Las discusiones serias sobre el sistema de pensiones, reconozcámoslo, son soporíferas. Por eso tienen todas las de ganar quienes reciben millones para mantenerse bien despiertos: los lobistas de las AFP y del sector financiero, bien conocidos en los medios y en los pasillos del Congreso de la República. Quien discute con ellos lo suficiente se arriesga a quedar dormido o convencido de que, una vez hechas las cuentas, los colombianos le salimos debiendo a la virtud empresarial de las administradoras privadas de pensiones.

Un buen punto de entrada para ver que no puede ser bueno todo lo que hace el sistema privado de pensiones en Colombia son las pensiones voluntarias. Esta es la parte del sistema más fácil de comparar con otros países, ya que sigue estrategias de inversión relativamente libres y cobra comisiones sobre el capital acumulado, no sobre los aportes, como sí sucede en el sistema obligatorio.

El mundo de las pensiones voluntarias, en otras palabras, es lo que las AFP hacen cuando no hay un sistema público al cual competirle: es su mundo ideal. ¿Y qué vemos en este mundo? Costos alrededor de 100 veces más altos que los que se cobran en otros países por servicios comparables. Como lo reportó recientemente un artículo de Bloomberg, los fondos de pensiones voluntarias ganan cientos de millones de dólares por poner plata en fondos indexados, lo cual en el extranjero puede hacer uno mismo a través de una app y sin que le cueste una fracción importante de sus ahorros.

Los lobistas de las AFP saben que lo mejor es callar sus ansias de poder de mercado a la vez que critican los subsidios regresivos de Colpensiones. Así, con la vieja estrategia de mirar la paja en el ojo ajeno para no hablar de la viga que hay en el propio, están a punto de acabar el sistema estatal para consolidar su poder sobre un público cautivo.

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