Gustavo Petro, asquiento escupitajo contra el rostro amado de Colombia; espurio mandatario hasta tanto la justicia decida su situación jurídica, derivas de haber sobrepasado en $5.355 millones -Primera ($3.709) y Segunda vuelta $1.646) los topes de la tramposa campaña con la que capturó la presidencia; delito electoral enmarcado por los artículos 396A, 396B y 396C del CP y Ley 1864/2017 referida a la protección de los mecanismos de participación democrática; sindicación apoyada por ostensibles, serios, indicios e irrefutables pruebas.

 Investigación dilatada y entorpecida mediante la ociosa tutela que, indefectiblemente, deberá concluir en Juicio por Indignidad -grave y manifiesta- soportada en la indecorosa transgresión de la ley, plenamente comprobada, que comporta la pérdida de investidura, prisión de 4 a 8 años, multa por igual valor a lo excedido e inhabilitación para el ejercicio de cargos públicos (artículos 174 y 175 en armonía con el 109 de la Constitución y 21 de la Ley 996/2005).

Penalización que se inicia con el gerente de campaña (artículo 25 de la Ley 1475/2011), ley que no autoriza interpretar la exclusión del candidato, solidariamente atado -Jurisprudencia SP2896-2024(62883)/2024 CSJ-: “…subsecuentemente, nada obsta para que los candidatos, aun ante la existencia de un gerente de campaña, bien de manera autónoma, ora mancomunadamente, desplieguen acciones encaminadas al manejo de los recursos financieros destinados a la contienda electoral,…podrá predicarse autoría en los términos del artículo 29 del Código Penal”.

 Transcripción al oído de CSJ, en mora de investigar el ‘incumplimiento (evidente) de función’ -por acción u omisión-, en que está incursa la oscura ‘Comisión de Absoluciones’, al hacerse la de la vista gorda; indignante, pernicioso, cómplice comportamiento que bordea el prevaricato por su condición de facilitadora; órgano cuya podredumbre se percibe de lejos; dinámica -intocada e impune- que desde antaño la involucra. Maña vieja.

 Ilegitimidad que cobija a la todopoderosa deidad en comento -desviada ideológicamente- la mismísima reencarnación del dios del mal que corrompe lo que toca, lo vuelve mierda; corrupción, devastación moral que invadieron todas las instituciones; demoníaca, deprimente legado, causa primaria del caos, agite social, de la colosal crisis por la que atraviesa el país que vive el más oscuro momento de su historia reciente; infierno que comenzó el mismo día que tomó posesión el eclipsado Gobierno -para el olvido- que hace agua, victimizado desde entonces, al asegurar que es perseguido, saboteado, traicionado, que lo quieren tumbar.

 Autócrata que por todos los medios busca perpetuarse en el poder -nada descartable- al costo que sea, creyendo que “si una vez se pudo ¿por qué no ahora?“, máxime cuando tiene a su disposición el uso y abuso de herramientas -como el presupuesto-, para disponer -con total desfachatez- como le venga en gana, a través de su afrentoso operador político, Armando Benedetti; cobarde, inescrupulosa, irredenta dupla de drogadictos -develados por el excanciller Leyva- que convirtieron el poder en instrumento de chantaje; apologistas de sus pares del affaire consumado en la UNGRD donde se robaron los dineros que le llevaría agua a las sedientas, humilladas comunidades guajiras. 

Cafres de la peor calaña, de cuyas mentes solo brotan las más arrevesadas, disparatadas propuestas; de sus corazones únicamente mana mortal veneno y de sus bocas, susurran palabras de odio, improperios que amedrentan -cual escorpiones- las enfurecidas fuerzas contrarias a sus designios, bombardeadas mediáticamente con sus deshilvanados trinos, amplificados por ayayeros, esbirros y secuaces a su servicio, reproducidos por las fletadas bodegas, ocupados en saturar las redes sociales con sus falacias y  bajezas.

 Como antídoto surgió la talentosa, joven figura de ‘PIPE’ Córdoba -candidato de polendas-, con agudo sentido de oportunidad, quien, previsivamente recuerda -en la exitosa vuelta que por Colombia adelanta- que: después de ojo sacado no hay Santa Lucía que valga”; ante tal disyuntiva, invita a las desprendidas, plurales fuerzas de bien que, quieran -con dolor de patria-, aglutinarse en torno a un candidato de consenso que ataje -por sobre todo- la avizorada tragedia en ciernes, antes de que se consume irreparablemente el daño; antes de que sea demasiado tarde, de que no haya nada más que hacer que lamentarse, repartir -extemporáneamente- las culpas.

 No permitamos que por pasividad, falta de liderazgo, Colombia continúe a la deriva, descuadernada, empantanada en una vorágine de anarquía, que se mantenga la sociedad en absoluta zozobra. ¡Arriba ‘PIPE’! ¡Con él volveremos a confiar! 

Cerrémosle el paso al impúdico desgobierno; a la connivencia con la corrupción -agenciada por sus testaferros-; la recalcitrante complacencia con el crimen organizado, con los terroristas; dejemos que Petro termine languideciendo en la indiferencia, en el olvido, por cuenta del engatusado pueblo que equivocadamente lo exaltó, creyendo en el oro y el moro prometidos; en la paz total; en el respeto a la Constitución, a la división de poderes; en el juramento en piedra sobre el no a la constituyente, a la reelección; sobre la solución -mágica- de los infranqueables, endémicos problemas patrios.

Por si faltara, ahora prepara -irracionalmente- rehacer la doctrina militar, deshacer la apoliticidad de las amordazadas -por él- Fuerzas armadas; ideologizarlas, equipararlas con las Fuerzas venezolanas;  mudarlas a guardianas del Gobierno, trocarlas en feroz instrumento de persecución, golpeo de los antagonistas, opositores, para lo cual se propone reestructurar el mando, alterar las reglas para ascender, ser nombrados, eliminando el escalafón militar; también, reducir el pie de fuerza -especialmente del glorioso ejército que pone los muertos-; limitar las operaciones ofensivas; ‘debilitamiento operativo’ y/o ‘vacío de poder’ en favor de la retaguardia petrista -la primera línea, narcotraficantes y terroristas -componentes de la paz total, que les permitió apoderarse del Catatumbo, Bajo Cauca, Nariño, parte del Valle y Antioquia.   

Todo, a efecto de hacerse a un cuadro de fidelizados, subordinados generales -tipo Padrino López- que garanticen la perennidad del mando -per se o en cuerpo ajeno-, lo cual demanda hacer añicos la “obediencia de vida”; rematando su bochornosa locura, con la creación de una exógena, ‘Guardia Nacional’, de naturaleza civil, al mando, no del ministro de Defensa sino de Benedetti, supia que funge como ministro del Interior.

Turbio despropósito desestimado en dura, frontal, viril carta pública, suscrita por 18 generales activos, incluidos el comandante del Ejército y el jefe del Estado Mayor Conjunto, quienes se mostraron rotundamente en desacuerdo con el caprichoso engendro -sin pies ni cabeza-; replicados por el deslenguado, ensimismado, ensombrecido, intocable, paranoico semidiós -genio y figura-: “En una democracia, la Fuerzas militares se subordinan al poder civil elegido por el pueblo“. “Quienes no entiendan esto, no deberían seguir al frente de nuestras instituciones militares“.

Delirante insumo -uno más- del esperanzador, profiláctico, soñado golpe militar rastreado por ‘El País’ de España.

Bogotá, D. C., 5 de julio de 2025

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