Estremecido, desgarrado por el dolor, con profunda indignación y tristeza registro el incivilizado, atroz atentado del que fue víctima, el joven senador -más votado- Miguel Uribe, precandidato presidencial por el Centro Democrático. Abominable, repudiable intento de magnicidio que tiene en vela a su apesadumbrada, descorazonada, inconsolable familia; a su esposa María Claudia Tarazona, hijo e hijas adoptivas; a su cálida hermana y afligida María Carolina Hoyos Turbay; a la compungida familia política ; al expresidente Uribe; colegas del Congreso, de partido; contrita comunidad internacional, admiradores y simpatizantes, a los cuales me uno -con los míos- de corazón- para enviarles un sentido, apenado, fraternal, solidario abrazo de respeto, respaldo, acompañamiento. 

Hermanos: Carolina Hoyos Turbay  y Miguel Uribe Turbay

 Atentado que avergüenza y trae a la memoria los perpetrados en las décadas de los 80 y 90 del siglo pasado por el Cártel de Medellín en el que, curiosamente, actuaba junto al M-19, el torcido Gustavo Petro, ingrata época en la que por orden de Pablo Escobar fue secuestrada y asesinada en 1991, su madre, la periodista Diana Turbay.

 No es requerido ser un zahorí para colegir que la interacción entre las fuerzas del mal, afines a la desmesura, tropelías del arrogante, altanero, artero, canallesco, desafiante, gansteril Gustavo Petro; a su pistolero, hiriente lenguaje verbal, fueron los gérmenes, fundamentos que han contribuido a alentar, fomentar, inducir la actual lucha de clases, el sectarismo, el odio, el resentimiento social, la sobradez, causas de la elevada tensión social, enrarecido ambiente institucional que padece “el País de la belleza, corazón de la vida” que con la sacrílega inconducta funcional, importaculismo de Petro derivaron en el lamentable atentado en comento.

 Patria que ha pasado de rodar con extraordinaria suavidad pendiente abajo -como diría Dickens- a ser empujada rápidamente por el Gobierno hacia el precipicio.

 Luctuoso contexto político avivado -repito- por el soberbio, insoportable, intolerante, miserable, sectario, rencoroso, vengativo chantajista de marras que combina su ignorancia con el desaire, irrespeto a la legalidad, actitud que contrasta con la civilidad, patriotismo del victimizado Miguel Uribe: admirado, respetado, exitoso, multifacético ser humano; ciudadano a carta cabal, extraordinariamente seductor; un torrente de luz, de juventud, ejemplo de vida; un lucero que en solitario brilla en el cielo de la patria, de su partido; un faro de esperanza; dirigente de acción; incansable luchador social por un mundo mejor en favor de los correligionarios, los más necesitados, desvalidos, excluidos; un líder vertical, mejor equipado -intelectualmente hablando- con más futuro que pasado.

 Paradigma de las nuevas generaciones, comprometido con los valores democráticos, morales, rebelde con causa; testimonio de amor hacia los suyos, hacia sus semejantes, fortalezas que en su corta, fructífera carrera le han permitido enfrentar con decoro, dignidad, entereza -sin temor, sin miedo- los avatares planteados por el cuestionado, embustero, hipócrita, mendaz, nauseabundo, tramposo charlatán que mal gobierna a Colombia, copia al carbón de El Buscón’, novela cumbre de Francisco de Quevedo, publicada en 1626. Despiadada, irónica, mordaz crítica a la hipocresía; esbozo de un pícaro -como el que me ocupa- que para sobrevivir, ascender política, socialmente, lo hizo mediante artimañas, engaños, mentiras y traiciones.

 Emputecidos sectores ciudadanos rubrican -sin titubeos- su conducta, como la que azuzó, estimuló, incitó el deplorable, resonante, vil intento de asesinato, repudiado por tirios y troyanos que hoy oran porque la justicia lo esclarezca pronto, claman porque caiga sobre los coludidos todo el peso de la ley, contexto en que el expresidente Gaviria expresó: “El ataque a Miguel Uribe no es solo una tragedia personal; es una amenaza directa a la democracia y al respeto por la diferencia”.                                                                

                                                                   Cuando el amor se va

       La ampulosa idolatría hacia sí mismo, megalomanía del frenético parlanchín no tiene límite; autócrata incorregible que se considera la encarnación, intérprete del pueblo, dueño de la verdad rebelada; hazmerreir que -rayando en lo cómico- posa de intelectual, frente a las asaltadas, portátiles audiencias a las que inoportuna con sus aburridos, cantinflescos, delirantes, deshilvanados soliloquios expectorados bajo el influjo -probablemente- de la adicción -filtrada con ardoroso, colérico dejo de amargura- por el examigo y excanciller Leyva; botafuego -sin maquillaje- que desnudó la congénita INGRATITUD del muy cobarde, trivial papanatas, que no es propiamente un modelo de virtud.

 La realidad es triste y simple.

 Sobre la relegada consulta, el ‘Capo de capos’ aseguró que “jamás hubo un concepto favorable del Senado, órgano que hizo trampa, fraude, cerró a destiempo la votación, para terminar asegurando -contra evidencia- que el acto no existió cuando millones de colombianos presenciamos en vivo y en directo por TV la votación,adornada conla pataleta de Benedetti; narrativa amplificada por RTVC y los arrendados bodegueros e influenciadores, mercenarios informáticos convertidos -por arte de birlibirloque- como estandartes de la moral, la objetividad, ocupados en desprestigiar por encargo a los opositores.                                                           

                                           Petro firma el decreto de convocatoria de la consulta popular

 Burda decisión articulada por el ‘patrón del mal’ -psíquica y moralmente incapacitado-, que dolosamente intenta revivir la reforma laboral mediante el ‘decretazo’ de la consulta popular convocada, a sabiendas de su inconstitucionalidad, inducida por el mercenario jurídico, Eduardo Montealegre, tótem supremo, Rasputín de régimen -atrás quedó la vieja estirpe jurídica-; prevaricato, abuso de la función pública, delitos por los que tendrán que responder penalmente, Petro y su intimidado gabinete,  cuyo fraguado, recóndito, verdadero propósito no es otro que la victimización, luego de que el CE tumbe -por vicios insubsanables- el esperpéntico ‘decretazo’, alegándose consecuencialmente la infundada confabulación del Congreso y las Cortes, graduadas de ‘enemigas del pueblo’, por el ‘santón’ bajado del cielo, autonombrado su redentor, quien asegura estar por encima de toda talanquera constitucional, antesala de la Asamblea Constituyente que prohijará las anheladas: reelección, revolución.

No sería la primera vez que los tópicos de la democracia se usen para barnizar el proceso de desmantelarla”.

 Ante la larga noche, el salvaje, infame atentado incitado -recalco- por la desbocada prédica de la endemoniada, hipócrita hiena en cuestión, que para más inri, expectoró este insentido sollozo: “Este es un día de dolor. Invito a rodear a la Fuerza Pública”, que desmanteló, desarmó a nombre de la‘impunidad total’,en favor de la retaguardia petrista -la primera línea- y de los feroces criminales rebautizados -no es hipérbole- ‘gestores de paz’, colmadas de ceses al fuego, garantías que calculadamente los fortaleció, oxigenó.

 Hartos de tanta desvergüenza, considero una omisión de deber, callarla. como los desmanes, despotismos, letal, subversiva malignidad que la historia juzgará.

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